Fin de semana
Por fin llega el fin de semana y con él, llega el dilema. ¿Qué hacer? De mí, se espera que salga, que me divierta pero sobretodo, se espera que consuma, que gaste. El fin de semana se ha convertido el momento culminante en el proceso de venta de chorradas inútiles al mundo juvenil. El ocio parece ser sinónimo de posesión o de gasto, más que de diversión.
Pero, realmente ¿hay alternativas al ocio consumista? Hablemos del adorado y temido botellón. A simple vista parece una opción menos consumista que la de encerrarse en una discoteca mientras machacas tus oídos con una música que de tan alta ni siquiera la oyes.
La calle es de todos y tenemos derecho a usarla y a revindicarla. Las leyes de las que hablan nuestros abuelos, esas que prohibían reuniones de más de cuatro personas, por suerte ya no tienen razón de ser. Pero ¿hasta qué punto tenemos derecho a maltratarla sin ningún motivo aparente?
Del botellón me atrae la idea de reivindicar la calle como espacio de reunión y de ocio público y gratuito. Me gusta expressar que no tenemos por qué pagar un precio exhorbitante para acceder al contacto con otras personas en un ambiente de ocio.
Del botellón no me gusta la pérdida de ideología. Una vez reunidos, no reivindicamos nada. Nos limitamos a beber y a conseguir para el día siguiente un resacón de la ostia y quizás un número de teléfono en el móbil de alguien a quien no recordaremos y ni siquiera llamaremos.
Si al menos esta noche sirve para que nos escuchen, mañana ,después del resacón, me sentiré un poco más satisfecha. ;)
Pero, realmente ¿hay alternativas al ocio consumista? Hablemos del adorado y temido botellón. A simple vista parece una opción menos consumista que la de encerrarse en una discoteca mientras machacas tus oídos con una música que de tan alta ni siquiera la oyes.
La calle es de todos y tenemos derecho a usarla y a revindicarla. Las leyes de las que hablan nuestros abuelos, esas que prohibían reuniones de más de cuatro personas, por suerte ya no tienen razón de ser. Pero ¿hasta qué punto tenemos derecho a maltratarla sin ningún motivo aparente?
Del botellón me atrae la idea de reivindicar la calle como espacio de reunión y de ocio público y gratuito. Me gusta expressar que no tenemos por qué pagar un precio exhorbitante para acceder al contacto con otras personas en un ambiente de ocio.
Del botellón no me gusta la pérdida de ideología. Una vez reunidos, no reivindicamos nada. Nos limitamos a beber y a conseguir para el día siguiente un resacón de la ostia y quizás un número de teléfono en el móbil de alguien a quien no recordaremos y ni siquiera llamaremos.
Si al menos esta noche sirve para que nos escuchen, mañana ,después del resacón, me sentiré un poco más satisfecha. ;)
Labels: Contra la madurez
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